Villa histórica,
monumental, escultórica y paisajística |
Villa
de las Ferias |
XVII - FIESTAS Y REGOCIJOS: CAÑAS, TOROS Y CARNAVAL
170. - Torneos y juegos de cañas.- 171. - Festejo improvisado y esperanza fallida.- 172. - Corridas de toros, oficiales y extraoficiales.- 173. - Presidencia de las corridas y carcelaria de regidores.- 174. - Dieta obligada y oportunos sustitutivos.- 175. - Verdadera panacea. Los toros y la etiqueta.- 176. - Moerada colación.- 177. - Detractores y contradictores.- 178. - Carnaval memorable.-
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170. - Torneos y juegos de cañas.-
Un aspecto de la humanidad que le es connatural es su propensión al esparcimiento y al regocijo. Por lo mismo que el hombre en todos tiempos ha tenido que luchar denodadamente con el infortunio y las calamidades, ya físicas, ya morales, ha necesitado también de ciertos remansos de paz y de sosiego que ha dedicado siempre a la bullanga y a la algazara para librarse pasajeramente de preocupaciones y pesadillas. Tan antiguo como la humanidad ha sido su afán por divertirse, ahogando las amarguras inevitables con fiestas y jolgorios.
Aquellas justas y torneos de que en la Edad Media fue campo Medina, siendo uno de los principales actores el Cid, si no miente la tradición y que vinienron a confirmar el sobrenombre de la villa, no desaparecieron en la moderna. Variaron y se adoptaron a las nuevas costumbres y al desarrollo de las instituciones que iban desapareciendo, pero subsistieron con la doble finalidad de servir de espectáculo y regocijo, y de ejercitar a los nobles en las lides caballerescas, para estar más capacitados en las empresas guerreras, cuya arma decisiva era entonces la caballería. El gravísimo riesgo que corrían los protagonistas de verificar conlanzas las justas y torneos, quisieron aminorarlo o evitarlo del todo, tornando las lanzas en cañas, generalizándose los juegos de cañas, que por el lujoso aderezo de la plaza y la brillante vistosidad de los jugadores, constituyeron el espectáculo que más atraía y fascinaba a las gentes, y el ejercicio de más eficaz preparación para la guerra. Así lo da a entender claramente el siguiente auto consistorial de 16 de septiembre de 1572: "En esta villa se suelen regocijar los caballeros el día de Santiago jugando cañas y haciendo otros regocijos y ejercicios. Demás de lo cual, hay de ordinario fiestas, sortijas y hay mucha cantidad de caballos, más que en ningún lugar destos reinos de Castilla de la localidad de éste, y los caballeros y personas que los tienen, se ejercen otras muchas veces en estos actos, y en los cuales esta villa les ha dado la música para las fiestas, torneos y juegos de cañas, es justo les dé música, tela y lanza... con la cual estarán más ejercitados para el servicio de su majestad". Para ejercitar tales fiestas tenían su "casona cerrada" que vendría a ser un primitivo y rudimentario coso taurino, porque en tales juegos intervinieron desde mucho tiempo los toros, para que los caballeros dieran en ellos la lanza que en sus rivales habría sido mortal. Pero tal "casona" a que alude un acuerdo del año 1600, debió abandonarse, pues fue la Plaza Mayor el verdadero escenario de torneos, juegos y cajas de toros.
Entre los más abundantes juegos de cañas celebrados en esta plaza se registra el que tuvo lugar el día 5 de junio del citado año 1600, con asistencia del rey Felipe III y de su ostentoso válido el Duque de Lerma que saboreaba las primicias de su encubrimiento (1). Quisieron los medinenses en aquella ocasión al mismo tiempo que rendir el debido homenaje y acatamiento al Monarca y a su favorito, congraciarse con ellos para merecer un reconstituyente a su economía en franca bancarrota. Le alcanzaron solamente fugaz en la traída de la Chancillería, pero se regocijaron de lo lindo contemplando desfiles maravillosos con alardes de equitación y acumularon tesoros de optimismo para mantener por algún tiempo, no muy largo, la esperanza consoladora.
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171. - Festejo improvisando y esperanza fallida.-
Acaso llenaban más los anhelos de jubilosa alegría que palpitaban en el alma popular, los festejos que se improvisaban cuando sobrevenía un acontecimiento que se juzgaba de buen agüero. El Rey Felipe II regresaba de un largo viaje por el extranjero, y cuando llegó a la villa la primera noticia, el 10 de septiembre de 1559, los regidores "dijeron que acordaban y acordaron que por la venida de su mag. en estos reinos que se hagan alegrías en esta villa en la forma e manera siguiente: que en las iglesias se tañan las campanas e por las calles e casas desta villa haya luminarias e por las plazas hogueras, e se traiga un toro de los que se soltaron el día de San Juan de junio deste año, e se corra por las calles con un dogal, e los caballeros que en la villa hubieren cabalguen a caballo e con collares de cascabeles anden con achas por la dicha villa, e pa ello se den a los que anduvieren a caballo a cada uno un acha que la traiga encendida por las calles disfrazados... e que los porteros tengan cargo de hacer unas hogueras delante de las casas consistoriales, e que se pregone públicamente que en cada casa haya luminaria, e hogueras en toda la villa, so pena de estar dos días en la cárcel". Ya se ve: la alegría había de ser universal, sin tolerarse melancolías ni ceños adustos que avinagrasen el júbilo popular.
En aquella ocasión se habían agotado las consignaciones anuales para toros y era menester especial licencia para celebrar una corrida complementaria, con tan fausto motivo, el día de San Mateo. Salió despachado el caballero Álvaro de Lugo para la Corte (Valladolid) y nos echó un jarro de agua fría cuando escribió "que ni en Vallid ni otras villas se ha hecho fiesta ninguna...; que no dan licencia para gastar más ducados en toros de los que están gastados en este año..., ni su mag. fue servido se le hiciera recibimiento ni fiesta ninguna hasta que la Reina nra. señora viniere a se casar a estos reinos con su mag., que pa entonces es servido se guarden las fiestas que se obieren de hacer". No hubo, pues, manera de prolongar la jarana y hubieron de conformarse con saborear el grato recuerdo de las cabalgatas y luminarias del famoso diez de septiembre.
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172. - Corridas de toros, oficiales y extraoficiales.-
Los toros fiesta verdaderamente nacional y tradicional, solos o alternando con el juego de cañas, constituyeron para nuestros antepasados, con más categórica exigencia que en la actualidad, el espectáculo insustituible y primordial.
De origen antiquísimo, consta documentalmente que en 1490 los arrendadores de diversas rentas municipales venían obligados a dar, sobre las cantidades rematadas, once toros. En el siglo XVI eran cuatro las festividades llamadas enfáticamente votos de villa, a las que iba aneja la celebración de una corrida oficial y ordinaria: San Juan, Santiago, Ntra. Sra. de Agosto y San Antolín. He dicho oficial y ordinaria, porque extraordinarias y extraoficiales había, cuando menos, otras dos: las que por devoción organizaban los piadosos cofrades de la Cruz y de las Angustias, amén de las que pendían de circunstancia eventuales: natalicio, casamiento y visita de príncipes y reyes, feliz terminación de una guerra, canonización de un santo... Si el tiempo es oro para los ingleses, para los medinenses de los siglos XVI... era un vil metal. Se pasaban buena parte del año haciendo y deshaciendo tablados y atalancados; con la particularidad de que, yendo vinculadas las corridas, como queda dicho, a las citadas festividades, se celebraban casi siempre en otros días, por donde la fiesta y el regocijo, no diremos la holganza, se duplicaba. En este aspecto, como en otros, no cabe duda que hemos mejorado, pues ahora concentramos nuestra taurofilia en una semana, hasta quedar saturados, y de allí no pasa.
Trasladaremos algunos datos de los vetustos mamotretos del Concejo. En el transcurso del siglo XVI apenas se celebra una corrida de toros que no haya entreverada con juego de cañas; por eso el número de los toros corridos en cada tarde solía ser cuatro. Por debate entablado en el Ayuntamiento del 18 de junio de 1596nos enteramos de que el obligado de las carnicerías había de dar cuatro toros, el del aceite uno y el de las velas dos; y se discutía cuántos se comprarían para hacer el completo de los necesarios para las cuatro corridas. Contra el parecer del licenciado Roa que opinaba que antes de comprar toros se debían pagar las deudas vencidas, que eran considerables, y el de otros regidores que juzgaban suficientes 16 toros, triunfó el comprar doce, que, con los siete obligados, sumaban 19. Éstos, rejoneados, desjarretados (2) o estoqueados, eran, el fin, toros de muerte como se evidencia por este auto del 7 de marzo de aquel mismo año, revelador de otras circunstancias interesantes. "Tratose sobre la fiesta de la cofradía de la Vera Cruz... y de lo que ha pedido para ornato de las dichas fiestas, y así tratado, le da y hace gracia de las bocas de las calles y de todos los demás sitios que en estas fiestas se le ha dado, eceto el de la fachada de San Antolín hasta el cantón de la calle de Salamanca, questo ha de quedar y queda para que esta villa ordene y haga dello lo que le pareciere, e para que las dichas fiestas se hagan con la autoridad que se requiere y tengan efecto respecto de la utilidad e provecho que los vecinos e tratantes desta villa reciben con la mucha gente que viene a ella, le hicieron gracia de dos toros de los que esta villa ha de tener para sus fiestas este presente año, con carga y condición que la dicha cofradía encierre seis toros sin los de la villa, que por todos son ocho, y con que si los dos o alguno quedase por correr, sean desta villa... por manera que para que se aproveche la dicha cofradía de los dichos toros ha de haber corrido y muerto los seis suyos... y con que habiéndose corrido y muerto todos ocho, el despojo de los dos sea para esta villa..."
Igual o parecidas condiciones se estipulaban para la corrida organizada cada año por la cofradía de las Angustias.
Acontecimientos de carácter nacional perturbaron a veces la regularidad de las corridas. Tal sucedió en 1588. Desde que en junio se hicieron rogativas por el feliz éxito de la llamada Armada Invencible, se suspendieron una en pos de otra las corridas hasta tener nueva de la victoria anhelada. No llegaron sino del gravísimo desastre y los medinenses hubieron de renunciar por aquel año el festejo favorito.
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173. - Presidencia de las corridas y carcelaria de regidores.-
La presidencia de las corridas correspondía al corregidor, quien se vio precisado a ceder tal preeminencia al presidente de la Chancillería cuando esta suprema magistratura judicial quedó establecida aquí en el año 1601, quedando relegado él a la categoría de convidado. Trasladada de nuevo la Chancillería, parece que los regidores planearon el desentenderse del corregidor y confinarle en la condición de invitado, pero el puso interés en recuperar la prerrogativa perdida como lo atestigua lo sucedido el 4 de agosto de 1607. En este día el corregidor mandó a sus alguaciles que colocasen sendos sillones para él y su teniente en el balcón presidencial "y fue a las ocho de la mañana con intención y deseo que si por parte del Ayuntamiento había algo que advertir sobre aquello, hubiera lugarantes de la fiesta... no advirtiéndole nadie que aquello fuera novedad" . Mas al presentarse por la tarde a presidir la fiesta con su teniente, se encontró solo "ni en toda la tarde acudió regidor alguno con su merced..., e por parecer que se había dado nota que no habían cumplido con la obligación..., los mandó poner en prisión en el mismo Ayuntamiento...". Para liberarlos de esta carcelaria resonante fueron precisos los buenos oficios del provincial de los Descalzos; y la primera preocupación de los regidores libertados fue llevar el pleito a la Chancillería, como era de rigor entonces aun para asuntos más fútiles.
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174. - Dieta obligada y oportunos sustitutivos.-
La quiebra de la hacienda municipal sobrevenida en 1610 puso la administración del erario en manos de la Chancillería y, naturalmente, ésta trató de imponer un régimen de dieta a los apetitos taurómacos, regateando la concesión de maravedises para tales festejos, pero la villa instaba con redoblado interés, como si le faltara el oxígeno, y logró no pocos años --fueron muchos los administrados-- ver satisfecha la afición en la corrida del Patrón y desde luego en las financiadas tradicionalmente con las cofradías de la Cruz y de las Angustias, a las que se unió la del Rosario que en varios años emuló a las penitenciales en tan singular práctica, no precisamente ascética. Y aún las fábricas parroquiales se creyeron en el deber de suplir la penuria municipal organizando la corrida del Patrón por su cuenta, como lo afirma este acuerdo del 31 de agosto de 1709: "El mayordomo de fábricas de laiglesia Colegial dice que para regocijo del pueblo, el día lunes dos de septiembre pretende tener dos toros de muerte y unos novillos, que pide licencia... y fue concedida conforme a la costumbre" De lo cual resulta también, o que fue concedida la licencia cuando ya estaba casi ejecutado el atalancamiento --que sería lo probable-- o que éste no era tan complicado como en nuestros días.
A otros espaciosos pretextos se apelaba con frecuencia para dar pábulo a la ancestral diversión. La designación del medinense D. José de Escobar para el obispado de Jirgenti (Italia) fue celebrada en agosto de 1671 con el insustituible festejo, al que se atribuyó en ocasiones cierta virtud deprecatoria, pues en 16 de octubre de 1696 pedía el comisario de Plaza cierta cantidad para "el regocijo de toros que se ha de hacer y está acordado por la salud del Rey" que padecía de tabardillo (3).
Cuando venían bien dadas no les arredraba la inclemencia del tiempo, según lo corrobora elsiguiente texto del 11 de diciembre de 1657: "El corregidordijo que en tanto que en esta villa determina las fiestas que se han de hacer al nacimiento de su alteza el Príncipe, por estar haciéndose fiestas en todas villas y lugares, deseando que esta villa, gobernándola dicho corregidor, sea ejemplo de otras en la demostración de alegría y regocijo... ha mandado publicar una corrida de toros para que los vecinos celebren nueva tan dichosa..., y el día señalado, mañana miércoles doce deste presente mes, y porque aunque se hace esta fiesta a costa de dicho Sr. corregidor, para más lucimiento es justo que la villa haga otras fiestas, aunque los empeños de los propios son tan grandes..." (4). No cayó en saco roto la invitación porque acordaron pedir licencia al Rey para ganar 3.000 ducados en juego de cañas y corrida de toros que tuvo lugar el 16 de enero de 1658 (5).
Si la circunstancia del tiempo fue muy diversa, la del lugar fue siempre la Plaza Mayor, sin otra excepción que el año 1617, que tuvieron lugar en el Corral de Bueyes (Plaza e Segovia). Asimismo el sitio del toril fue la bocacalle de Salamanca, aún en el año 1651 en que hubo que vencer ciertas dificultades por la fábrica del Arco que, como diremos (2N), no es más que un accidente de la fiesta.
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175. - Verdera panacea. Los toros y la etiqueta.-
Tónico reconstituyente, alivio de melancólicos y aún cierta virtud febrífuga tuvo el festejo tradicional, si no se equivocaron el el diagnostico nuestros regidores. El Sr. Reinoso dice el 19 de junio de 1686: "...por ser este festejo del que más gustan los pueblos y con el que más se alientan...". Y el mismo preopinante añadió el 24 de mayo del año siguiente, con alarde de erudición: "...porque será bien que en tiempo de tanta aflicción se de un día de regocijo a el pueblo, y esto mismo previenen las Políticas, como lo dice el fiscal Bobadilla... que haya una corrida de toros...". Y en acta del 7 de septiembre de 1782 se lee: "Son repetidos los clamores en súplica de que se conceda el festejo de novillos, supuesto que sobre seis años que se careece e semejantes diversiones... y que en medio para aliviar las penas que se sufren por las muchas enfermedades que se experimentan en este mes...". (6).
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176. - Moderada colación.-
Los afanes de regidores y comisarios en los preparativos de las corridas, merecían alguna satisfacción. Por esto, cada y cuando, con no disimulada ufanía presidían desde los balcones alquilados --no los tuvieron propios hasta la edificación del actual Consistorio, el año 1650-- los regocijos populares, o cualdo ellos mismos jugaban cañas, se hacían servir por el mayordomo una moderada colación. Por cierto que el año 1615 dieron testimonio de su conciencia delicada. Habían acordado celebar la corrida de San Antolínel día 16 de septiembre. Caen en la cuenta después de que es día de pescasdo y de ayuno (témporas de San Mateo), y acuerdan anticiparla dos días, seguramente para no quebrantar el precepto eclesiástico o para acometer desfallecimiento a los caballeros rivales.
Lo de la colación moderada es un decir, pues en 1610 importó quince cargas de trigo (7).
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177. - Detractores y contradictores.-
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2 Septiembre 1910. Se puede observar a los caballistas contrario a otros días, vestidos con trajes, y algunos con corbatas, ese día se metía pronto el encierro. |
Los detractores y contradictores que tuvo la fiesta nacional en los siglos pasados lo fueron solamente en el orden económico. No faltaron regidores, cual el citado Roa, que negaron su voto alegando siempre los empeños contraídos. Los servicios mal dotados, etc. Hoasta el siglo actual no hemos encontrado detractores de las novilladas en el aspecto ético o ideológico; y surgió la oposición de donde menos podía esperarse. No sería en las piadosas leyendas franciscanas que nos cuenta como irradiaba tal caridad el seráfico hermano que las fieras se le rendían, domesticadas y sumisas, y cómo el lobo, amansado por el Santo deAsís, dejó de serlo para ser un hermano más. Sería más bien en la propaganda que en los diarios y revistas hacia la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, donde se inspiraron los directores de las Sociedades Obreras de esta villa; lo cierto es que el día 28 de julio de 1906 elevaron respetuoso memorial al Ayuntamiento en el cual venían a decir: cerrarle todas las salidas por donde quiere ir a gozar de la libertad de su dehesa y del cariño de los suyos; herirle traidoramente con rejones; golpearle con varas y atormentarle de mil maneras hasta que los mansos lo retiran hecho una llaga o exhala el último suspiro a la vista de miles de espectadores..., era espectáculo poco edificante y menos educador, pidiendo en su virtud que el susodicho festejo no formara parte del programa, y fuera sustituido por otros más en armonía los los sentires y anhelos de un pueblo culto. Los señores concejales se deshicieron en alabanzas de ideas tan sensatas reveladoras de elevada cultura, educada sensibilidad y propósitos nobilísimos. Únicamente lamentaron la inoportunidad, porque el programa estaba ultimado y el compromiso adquirido. Pero formularon una resolución para el año venidero. Llegó otro año; se renovó la petición por las mismas entidades añadiendo en mala hora que tales festejos eran solamente propios de un pueblo salvaje , y este calificativo, considerado como insulto y agravio, desbarató el compromiso del año anterior. La idea luminosa dejó de serlo y... hasta ahora.
Hasta el siglo XVIII las corridas fueron de toros de muerte, como quedó dicho. En este siglo comenzaron a correrse novillos y después ya solo por excepción hubo toros de muerte, a veces en palenques improvisados fuera de la Plaza Mayor.
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178. - Carnaval memorable.-
No se hallan en los libros consistoriales vestigios de que el Ayuntamiento patrocinará carnavaladas al comenzar la cuaresma, pero D. Ildefonso Rodríguez copia, pág. 516, un relato de unas muy sonadas que tuvieron lugar en año 1770. Decía así: "Se hicieron en el Antruejo de este año de 1770 las funciones de los enmascarados en el Ayuntamiento de esta villa de Medina cinco noches, comenzando desde la hora de las ocho hasta cerca de las dos de la mañana, concurriendo de todas clases grandemente disfrazados; asistieron a dicha función los jefes del Regimiento del Rey que estaban actualmente acuarteladas sus compañías en esta villa, con asistencia del coronel , muy compuestas las salas y tan bien iluminadas que parecía un hechizo; golpe de música con buenos instrumentos. En la plaza corrieron parejas, hubo sortijas y estafermos con contradanzas con los caballos; por los jefes y personasde distinción del pueblo; en el Domingo Gordo y martes de Antruejo por la tarde vinieron muchos forasteros caballeros de Valladolid, de Toro, Segovia y demás pueblos del contorno de esta villa a verlo. La sala primera con tapices, dos arañas de cristal en medio con cornucopias, y la segunda lo mismo, y colgaduras de seda; todas con bancos de respaldo"
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(1) - Quince días antes el corregidor, D. Francisco Vara "mandaba y mandó que todos los regidores desta villa jueguen cañas para la venida de su mag. o den personas en su lugar que jueguen las dichas cañas so pena de mil ducados al caballero regidor que no jugare y diese persona que juegue...". Ante precepto tan categórico y conminativo, acordaron los regidores "se haga un juego de cañas a costa desta villa, dando a los caballeros libreas, y se han ofrecido por cuadrilleros en esta manera: el Sr. D. Francisco Alonso de Quintanilla, alférez mayor, y los otros cinco los Srs. Francisco de la Torre, Julio de Zuazo, Jiusepe de Montalvo, Hernando Flores, y Diego de la Peña...; que se saque tafetanes de los colores para las dichas cuadrillas y a cada cuadrillero se le den cuatrocientos reales... para que dello compren dichos tafatanes, terciopelo para marrón, banderillas, plumas y figuras y demás necesario...". Las libreas de referencia habían de superar en vistosidad y magnificencia y a las ya conocidas y como los mercaderes de casa no estaban suficientemente previstos, "luego se nombró al capitán Escobar, regidor, para que por la posta luego parta en saliendo deste Ayuntamiento que se empezó a las ocho de la mañana y se está a las tres de la tarde, a la villa de Madrid, corte de su mag. a comprar los terciopelos, damascos, rasos, tafetanes y demás sedas..."
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(2) - "El desjarretar (dice el Sr. Agapito y Revilla en (Cosas Taurinas de Valladolid), se practicaba con lo que en tiempos más modernos se llamaba media luna, especie de cuchilla en esa forma, afilada por la parte cóncava y enmangaba por el punto medio de la convexa a un palo de lanza o garrocha, y el toro quedaba cojo y se tenía que echar en la arena, imposibilitado de acometer"
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(3) - No se desconocía el arte de camuflar las situaciones, haciendo compatible, v. gr., el luto riguroso con el auténticoregodeo. En 1667 estaban prohibidos los festejos públicos por la muerte de Felipe IV, y en la sesión del 5 de septiembre encontraron los regidores la fórmula de satisfacer el anhelo popular sin desacato del principio de autoridad. Ordenanron celebrar la corrida sin que ellos presidieran en los balcones que habían de estar sin colgaduras. No sé si los toreros llevarían el brazalete negro.
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(4) - De ningún otro corregidor se encuentran tantos vestigios de gestión desafortunada como del aludido, D. Juan de Solís. Los regidores y los gremios elevaron a porfía al Consejo de Castilla razonadas protestas de los desaciertos que cometía, y sin duda para reconquistar el favor popular se mostró tan halagador y generoso.
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(5) - No solamente el nacimiento de príncipesmotivaba el alborozopopular; el de las infantas provocaba iguales manifestaciones de regocijo. Señaladamente el 11 de julio de 1712 decía el corregidor: "El haber visto en todos los vecinos de este pueblo lo bien recibida que ha sido esta noticia, pues en demostraciones festivas de mojigangas, danzas y otros festejos han demostrado bien su cariño y la lealtad y no contentos... han venido con vítores y vivas pidiendo se celebre una fiesta de toros...". Presumo que el cariño que el pueblo profesaba a las reinas estaba en razón directa de su fecundidad.
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(6) - Fuera del indicado paréntesis y algún otro más breve, también se sabe que la Chancillería tuvo en entredicho a la fiesta nacional por el año 1807 y que los comisarios de Plaza, como tarea previa, pusieron en juego todas sus habilidades para sonsacar la debida autorización, alcanzada después de algunas idas y venidas, con disfraces y simulaciones muy de uso corriente,. Y sucedió, por cierto, un incidente que dio que pensar y que decir. Acababa de avecindarse en Medina el conde de Bornos, grande de España, y poderoso caballero a quien la villa se creyó en el deber de cortesía de visitar. El conde correspondió cuando estaban reunidos en sesión extraordinaria los regidores. Era el mes de agosto y ultimado el programa de festejos, el Ayuntamiento creyó colmar sus cumplidos para con el conde invitándole, como a sus hijos, a presenciar las corridas de novillos desde el Consistorio, y aquí surgió la dificultad. Tan gran señor ¿será recibido de etiqueta, como pide el protocolo, o en mangas de camisa como demanda la costumbre y el calor estival? Los pareceres se dividieron y se discutió largo y tendido. -La falta de seriedad que caracteriza a la fiesta es incompatible con la etiqueta, y ¿como negar la entrada a los muchos derechos-habientes que se presentarán sin ella? -Pero quebrantar el ceremonial?... Al fin prevaleció el ir de etiqueta y agasajar a los condes con dos bebidas de limón y leche a costa de los capitulares.
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(7) - La colación más moderada y socorrida en los siglos XVI y XVII fue el refresco de aloja y barquillos. La bebida predilecta en las botillerías de entonces era la aloja, una infusión de agua y miel aromatizada con especias finas, que si en verano era refrescante, en invierno no dejaba de ser apetecible y tan solicitada que estaba sujeta a tasa.
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